Tradutor

segunda-feira, 18 de dezembro de 2017

Amigos e amigas! Desculpem-me. Estive fora do ar. Porém, agora, aqui estou, para desejar a todos e a todas muita alegria interior.
A Missão de João Batista é hoje a missão de cada um: abrir caminhos para a chegada do Messias, que é a luz das nações. Ser uma "voz" que clama no deserto, anunciando o Cristo presente no meio de nós... - A "Voz" não tem rosto, é anônima. Ela passa despercebida transmite a mensagem e depois desaparece... - Que espécie de "Voz" temos sido?
- Quais os desertos, nos quais se deve clamar? Na família... na escola... no trabalho... na sociedade ?
Duas atitudes opostas ao Cristo que vem: Uma, a atitude humilde de João Batista: Ele não usa a missão para a sua promoção pessoal; ele é apenas uma "voz" anônima e discreta que recorda, na sombra, realidades importantes. * Em quis das nossas atividades, agimos como pessoas discretas e simples, de modo que os outros não nos vejam, mas a mensagem que apresentamos?
A atitude orgulhosa dos fariseus: Fechados em sua autossuficiência, não reconheceram a "Luz". Se se fecha o coração à novidade e aos desafios que Deus faz, também não se o reconhecerá. E ele continuará procurando lugar onde possa nascer...
A alegria que os anjos anunciaram em Belém aos homens de boa vontade é possível também para hoje e para cada um... desde que se deixe iluminar por essa Luz. Assim a alegria de cada um será um testemunho muito forte de que Cristo já está no meio de nós.
São Paulo, o Apóstolo, exorta à ALEGRIA: "Sede sempre alegres". (1Ts 5,16-24). O texto ensina onde nasce a verdadeira alegria: - Da oração: "rezai sem cessar, dai graças"; - Da abertura do coração aos apelos do Espírito: "Não apagueis o Espírito..."; - Uma vida moral irrepreensível. * O que é a alegria para você? Réveillon num restaurante cinco estrelas? A alegria cristã não é uma atitude passageira de festas humanas, mas um estado permanente, de quem confia que a vida cristã é uma caminhada ao encontro do Senhor que vem. A Alegria é um dos sinais da presença de Deus no coração de uma pessoa.
Amigos y amigas! Lo siento. Estuve fuera del aire. Pero ahora, aquí estoy, para desear a todos ya todas mucha alegría interior.
La Misión de Juan el Bautista es hoy la misión de cada uno: abrir caminos para la llegada del Mesías, que es la luz de las naciones. Ser una "voz" que clama en el desierto, anunciando al Cristo presente en medio de nosotros ... - La "Voz" no tiene rostro, es anónima. Ella pasa desapercibida transmite el mensaje y luego desaparece ... - ¿Qué clase de "Voz" hemos sido?
- ¿Cuáles son los desiertos, en los que se debe clamar? En la familia ... en la escuela ... en el trabajo ... en la sociedad?
Dos actitudes opuestas al Cristo que viene: Una, la actitud humilde de Juan el Bautista: Él no usa la misión para su promoción personal; es sólo una "voz" anónima y discreta que recuerda, en la sombra, realidades importantes. * En quiso de nuestras actividades, actuamos como personas discretas y simples, de modo que los demás no nos vean, pero el mensaje que presentamos?
La actitud orgullosa de los fariseos: Cerrados en su autosuficiencia, no reconocieron la "Luz". Si se cierra el corazón a la novedad ya los desafíos que Dios hace, tampoco se lo reconocerá. Y él continuará buscando lugar donde pueda nacer ...
San Pablo, el Apóstol, exhorta a la ALEGRÍA: "Sed siempre alegres". (1Ts 5,16-24). El texto enseña donde nace la verdadera alegría: - De la oración: "rezad sin cesar, dad gracias. - De la apertura del corazón a los llamamientos del Espíritu: "No apaguen el Espíritu ..."; - Una vida moral irreprochable. * ¿Qué es la alegría para ti? ¿Réveillon en un restaurante de cinco estrellas? La alegría cristiana no es una actitud pasajera de las fiestas humanas, sino un estado permanente, de quien confía que la vida cristiana es una caminata al encuentro del Señor que viene. La Alegría es una de las señales de la presencia de Dios en el corazón de una persona.
La alegría que los ángeles anunciaron en Belén a los hombres de buena voluntad es posible también para hoy y para cada uno ... desde que se deje iluminar por esa Luz. Así la alegría de cada uno será un testimonio muy fuerte de que Cristo ya está en medio de nosotros.

quarta-feira, 21 de junho de 2017

EL DILEMA

            Como en la literatura de cada cultura, también en la cultura del pueblo hebreo, diría, en la cultura del Pueblo de Dios, la literatura bíblica describe magistralmente la creación del universo. El Señor Dios, creador de todas las cosas, coronó la obra de la creación al instituir al ser humano. Y la historia de la creación de éste, contada como en ningún otro libro, muestra que, para Dios, la existencia del ser humano sobre la faz de la tierra se constituye en una gran felicidad. No fue un dilema para el Señor Dios crear al hombre ya la mujer. Dios mismo se complace, regocija y corona de gloria toda la creación. El único ser dotado de inteligencia y voluntad, hombre y mujer, Él los creó.
            El Señor Dios instituyó la vinculación entre hombre y mujer con leyes propias de los seres humanos. Les dio condición y capacidad para el apareamiento, a diferencia de los demás seres, infinitamente superior. Todo dispuso, de tal forma que se vuelve inconfundible la unión del hombre y de la mujer, pues vio que no era bueno que el hombre estuviera solo.
            Adán, el que nombra la Sagrada Escritura como el primero de los seres humanos creado, colocado delante de todos los animales, el Señor hizo pasar estos delante de aquel, el rey de la creación, y no vio ninguno que fuera semejante a sí. Dada de naturaleza idéntica, Eva, denominada como la primera mujer, puesta delante de Adán, hizo que éste no existiera un solo momento, pues sintió y vio que era carne de su carne y hueso de sus huesos, porque de él salió, por la capacidad De Dios, inestimable sabiduría de dar al primer hombre una compañera que le fuera semejante y que con él compartiera la vida y la existencia.
            El matrimonio, sin sombra de duda, teniendo como autor el propio Dios, innegablemente, es institución de derecho natural, es decir, ley dada por Dios en la propia naturaleza. Es tendencia natural del ser humano: el hombre y la mujer buscan su complementación.
            La inteligencia y suprema sabiduría de Dios dispuso inteligencia y también sabiduría al ser humano, para que use la primera y luego la otra, para encontrar en la compañera, y viceversa, alguien que les sea comparte. Pero siempre surge el desafío: encontrar una o una comparte, lo que crea en la naturaleza humana el dilema, que puede ser definido como incertidumbre en cuanto al acierto o aciertos del futuro.
            ¡Dilema, sí! Dilema. Siempre será un desafío cercado de incertidumbres, que sólo podrán convertirse en certeza, no absoluta, sin embargo, con fe en la vida y en la capacidad de superación, cuando se busca y busca en el otro o en la otra complicidad y compañerismo, sinceridad y honestidad de un común Ideal, traduciendo todo en honesta y sincera convivencia. Sólo así el dilema dejará de ser una incertidumbre y la condición dada por Dios se convertirá en una bendición de la felicidad. ¡He aquí, pues!
EL MEDO PERDIDO

"¡No soy bastante bonita para él! Tal era el pensamiento de Eugenia, pensamiento humilde y fértil en sufrimientos. La pobre muchacha no hacía justicia a sí misma, pero la modestia, o antes, el miedo, es una de las primeras virtudes del amor "[1]. Así lo describe Honoré de Balzac, el gran novelista francés de los primordios de la belle epoqué, en Eugenia Grandet. Contrapone la baja autoestima a los sueños románticos iniciales de la protagonista en relación al primo Carlos Grandet.
En las relaciones amorosas iniciales, infaliblemente, el miedo debe surgir como una gran virtud de amor descubierto. Pena que, después, readquirida la autoestima, se desvanecen los sueños románticos, se pierde el miedo, la gran de las primeras virtudes del amor. Y ahí, la vida a dos parece no tener más sentido. La pérdida de la modestia, o mejor, del miedo, es decir, de aquel sentimiento romántico, de aquella sensación agradable de la convivencia de la intimidad, que sólo los dos conocen, y Dios, acaba por hacer la vida sin sabor, porque el amor parece no más existir .
            Quien está en el principio de un amor y que tiene el miedo como una de las primeras virtudes, seguramente debe tomar cuidados, ser constante en el celo para con el ser amado y para conservar el mecanismo de ese miedo.
            ¿Y quién lo perdió? ¿Tiene posibilidad, posibilidades de recuperarlo?
            Mucha gente despierta, obviamente, preguntará: ¿Miedo? Sí, una sensación o sentimiento de amenaza a la propia integridad física o moral. Pero, diré que es más que eso. Es la sensación o sentimiento misterioso de la novela sumamente emocional que invade el corazón, este dispara, envuelve el ser y el íntimo entero de quien ama o está amando, con sueños eternos y tiernos, casi a determinar que en el mundo nada más existe y sólo hay El ser amado. Interminable romance prácticamente inexplicable, entendido sólo en parte por quien lo vive e incomprensible por quien nunca lo vivió.
            Aunque en la etapa actual de la civilización moderna, con una mentalidad occidentalizada, del pragmatismo, es decir, vale sólo aquello que es útil, agradable y ofrece practicidad inmediata para el uso, y quien sabe el abuso, el amor asume importancia capital y fundamental: Porque ninguna entidad existe que pueda sustituir. Es imposible vivir sin este amor, contenido por una fuerte dosis de respeto hacia el otro, por una cantidad enorme de deseo, puro deseo de compartir la vida y la vida del otro, por calidad nunca igualada de sensaciones puras y sentimientos nobles.
            Impresionante como la gente olvida tantas cosas y tantos hechos pasados. Más impresionante aún, olvidan o abandonan ese miedo, virtud número uno del amor, que los llevó a una vida conyugal y que el miedo perdido no les permite más las alegres sorpresas que la conyugalidad les puede proporcionar en el cotidiano.
            Quien aún no ha vivido la experiencia del miedo como una de las primeras virtudes del amor, se le requerirá atención y cautela para no pasar por ellos en percibirlo. Y quien lo perdió, podrá reencontrarlo o readquiriéndolo, haciendo una experiencia en dos fases: un serio examen de conciencia, para recordar cómo funciona su sistemática y dinámica, y enamorarse nuevamente del ser amado, que otrora amó sin restricciones o Las condiciones.
            Recordar siempre las sabias palabras del Creador en el "crecer y multiplicarse" que, con certeza, incluye el amor, que es constante, que conoce fracasos y éxitos, pero siempre amor. Si aún su corazón dispara y la emoción envuelve su entero íntimo, buena señal. Volvió a vivir un romance en su vida, interrumpido por la pérdida del miedo, una de las primeras virtudes del amor. ¡He aquí, pues!


[1] Honoré de Balzac (Tours, 20 de mayo de 1799 - París, 18 de agosto de 1850) fue un novelista francés. Nació en el departamento francés de Indre-et-Loire y en 1849, con la salud debilitada, viajó a Polonia para visitar a Eveline Hanska, una rica dama polaca con quien mantuvo correspondencia por más de 15 años. En 1850, tres meses antes de la muerte de Balzac, se casaron. Al haberse convertido en uno de los mayores nombres del realismo en la literatura, sus obras son, sin embargo, acuñadas sobre la tradición literaria del romanticismo francés. La Comedia Humana (La ComédieHumaine), que reúne ochenta y ocho obras, busca retratar la realidad de la vida burguesa de Francia en su época. Los hábitos de trabajo de Balzac se convirtieron en legendarios - escribir alrededor de quince horas al día, impulsado por un sin número de tazas de café. Con una producción voluminosa, es frecuente que se apunten pequeñas imperfecciones en su obra - lo que, sin embargo, no es suficiente para sacar de muchas de ellas el epíteto de obras maestras.

terça-feira, 20 de junho de 2017

O MEDO PERDIDO

“Eu não sou bastante bonita para ele! Tal era o pensamento de Eugênia, pensamento humilde e fértil em sofrimentos. A pobre moça não fazia justiça a si mesma, mas a modéstia, ou antes, o medo, é uma das primeiras virtudes do amor”[1].  Assim descreve Honoré de Balzac, o grande romancista francês dos primórdios da belle epoqué, em Eugênia Grandet. Contrapõe ele a baixa autoestima aos sonhos românticos iniciais da protagonista em relação ao primo Carlos Grandet.
Nos relacionamentos amorosos iniciais, infalivelmente, o medo deve surgir como grande virtude de amor descoberto. Pena que, depois, readquirida a autoestima, esvaem-se os sonhos românticos, perde-se o medo, a grande das primeiras virtudes do amor. E aí, a vida a dois parece não ter mais sentido. A perda da modéstia, ou melhor, do medo, isto é, daquele sentimento romântico, daquela sensação agradável do convívio da intimidade, que só os dois conhecem, e Deus, acaba por tornar a vida sem sabor, porque o amor parece não mais existir.
            Quem está no princípio de um amor e que tem o medo como uma das primeiras virtudes, certamente, deverá tomar cuidados, ser constante no zelo para com o ser amado e para conservar o mecanismo desse medo.
            E quem já o perdeu? Terá possibilidade, chances de recuperá-lo?
            Muita gente desperta, obviamente, perguntará: Medo? Sim, uma sensação ou sentimento de ameaça à própria integridade física ou moral. Mas, direi que é mais do que isso. É a sensação ou sentimento misterioso do romance sumamente emocional que invade o coração, este dispara, envolve o ser e o íntimo inteiro de quem ama ou está amando, com sonhos eternos e ternos, quase a determinar que no mundo nada mais existe e só há o ser amado. Interminável romance praticamente inexplicável, entendido somente em parte por quem o vive e incompreensível por quem nunca o viveu.
            Muito embora no estágio atual da civilização moderna, com uma mentalidade ocidentalizada, do pragmatismo, isto é, vale somente aquilo que é útil, agradável e oferece praticidade imediata para o uso, e quem sabe o abuso, o amor assume importância capital e fundamental: porque nenhuma entidade existe que o possa substituir. Impossível viver sem este amor, contido por uma dose forte de respeito para com o outro, por uma quantidade enorme de desejo, puro desejo de partilhar a vida e da vida do outro, por qualidade nunca igualada de sensações puras e sentimentos nobres.
            Impressionante como as pessoas esquecem tantas coisas e tantos fatos passados. Mais impressionante ainda, esquecem ou abandonam aquele medo, virtude número um do amor, que os levou a uma vida conjugal e que o medo perdido não lhes permite mais as alegres surpresas que a conjugalidade lhes pode proporcionar no cotidiano.
            Quem ainda não viveu a experiência do medo como uma das primeiras virtudes do amor, se lhe requererá atenção e cautela para não passar por eles em percebê-lo. E quem o perdeu, poderá reencontrá-lo ou readquiri-lo, fazendo uma experiência em duas fases: um sério exame de consciência, para recordar como funciona sua sistemática e dinâmica, e se enamorar novamente do ser amado, que outrora amou sem restrições ou condições.
            Lembrar-se sempre das sábias palavras do Criador no “crescei e multiplicai-vos” que, com certeza, inclui o amor, que é constante, que conhece fracassos e sucessos, mas sempre amor. Se ainda seu coração dispara e a emoção envolve seu inteiro íntimo, bom sinal. Voltou a viver um romance em sua vida, interrompido pela perda do medo, uma das primeiras virtudes do amor. Eis, pois!




[1] Honoré de Balzac (Tours, 20 de maio de 1799 — Paris, 18 de agosto de 1850) foi um romancista francês. Nasceu no departamento francês de Indre-et-Loire e em 1849, com a saúde debilitada, viajou para a Polônia para visitar Eveline Hanska, uma rica dama polaca com quem manteve correspondência por mais de 15 anos. Em 1850, três meses antes da morte de Balzac, eles casaram-se. Tendo-se tornado num dos maiores nomes do realismo na literatura, as suas obras são, no entanto, cunhadas sobre a tradição literária do romantismo francês. Sua A Comédia Humana (La ComédieHumaine), que reúne oitenta e oito obras, procura retratar a realidade da vida burguesa da França na sua época. Os hábitos de trabalho de Balzac tornaram-se lendários - escrever cerca de quinze horas por dia, impulsionado por um sem-número de chávenas de café. Com uma produção volumosa, é frequente que se apontem pequenas imperfeições em sua obra - o que, no entanto, não é suficiente para retirar de muitas delas o epíteto de obras-primas.

O DILEMA

            Como acontece na literatura de cada cultura, também na cultura do povo hebreu, diria, na cultura do Povo de Deus, a literatura bíblica descreve magistralmente a criação do universo. O Senhor Deus, criador de todas as coisas, coroou a obra da criação ao instituir o ser humano. E a história da criação deste, contada como em nenhum outro livro, mostra que, para Deus, a existência do ser humano sobre a face da terra se constitui numa grande felicidade. Não foi um dilema para o Senhor Deus criar o homem e a mulher. O próprio Deus se compraz, exulta e coroa de glória toda a criação. O único ser dotado de inteligência e vontade, homem e mulher, Ele os criou.
            O Senhor Deus instituiu a vinculação entre homem e mulher com leis próprias dos seres humanos. Deu-lhes condição e capacidade para o acasalamento, diferentemente dos outros seres, infinitamente superior. Tudo dispôs, de tal forma que se torna inconfundível a união do homem e da mulher, pois viu que não era bom que o homem estivesse só.
            Adão, aquele que denomina a Sagrada Escritura como o primeiro dos seres humanos criado, colocado diante de todos os animais, Javé fez passar estes à frente daquele, o rei da criação, e não viu nenhum que fosse semelhante a si.           Dotada de natureza idêntica, Eva, denominada como a primeira mulher, posta diante de Adão, fez com que este não exitasse um só momento, pois sentiu e viu que era carne de sua carne e osso de seus ossos, porque dele saiu, pela capacidade de Deus, inestimável sabedoria de dar ao primeiro homem uma companheira que lhe fosse semelhante e que com ele compartilhasse a vida e a existência. 
            O casamento, sem sombra de dúvida, tendo como autor o próprio Deus, inegavelmente, é instituição de direito natural, ou seja, lei dada por Deus na própria natureza. É tendência natural do ser humano: homem e mulher buscam sua complementação.
            A inteligência e suprema sabedoria de Deus dispôs inteligência e também sabedoria ao ser humano, para que use a primeira e depois a outra, para encontrar na companheira, e vice-versa, alguém que lhes seja comparte. Porém, sempre surge o desafio: encontrar uma ou um comparte, o que cria na natureza humana o dilema, que pode ser definido como incerteza quanto ao acerto ou acertos do futuro.
            Dilema, sim! Dilema. Será sempre um desafio cercado de incertezas, que só poderão se tornar certeza, não absoluta, porém, com fé na vida e na capacidade de superação, quando se busca e procura no outro ou na outra cumplicidade e companheirismo, sinceridade e honestidade de um comum ideal, traduzindo tudo em honesta e sincera convivência. Só assim o dilema deixará de ser uma incerteza e a condição dada por Deus se tornará uma benção da felicidade. Eis, pois!


terça-feira, 23 de maio de 2017

Amigos e amigas que aqui tenho!

Además del texto en Lengua Portuguesa, abajo, texto también en Lengua Española

Muitos e muitas já sabem que tenho pouco espaço de tempo para me dedicar às Redes Sociais. Não vejo como justo, usar do tempo e espaço durante o trabalho para tanto. Primeiro, porque não teria oportunidade de exprimir bem e, segundo, porque não me sentiria confortável roubar o tempo do trabalho, quando tenho produzir em favor de tantas pessoas que esperam os serviços que posso prestar para o bem de tantas e tantos.
Desta feita, quero chamá-los a reflexão para três situações que devem ser realidade e um constante em nossas vidas e na vida de cada um:
1. Nas relações humanas, de modo geral, no passado, foi importante saber elogiar os valores e bem feitos das pessoas. Pois bem! Nos dias atuais, quão importante se tornou ainda mais, reconhecer e saber elogiar valores, virtudes e bem feitos dos outros, das outras. Homens e mulheres. Às vezes, muitas cobranças e pouco reconhecimento à dedicação e serviços das pessoas, que por este mundo afora, exercitam e dão de si pelo bem da humanidade. Por certo, como faz bem o reconhecimento e elogio de atitudes beneméritas, exercício de valores e dedicação em favor do bem dos outros. E como faz bem o reconhecimento e o elogio das realizações daqueles e daquelas que estão distantes. E, às vezes, ausente está o reconhecimento e elogio de quem está por perto, daquelas pessoas que circunstantes, com quem convivemos. Não podemos deixar que a inveja nos impeça a postura e reconhecimento do valor, das qualidades e dos empreendimentos alheios, alheios, mas que, muitas e na maioria das vezes, nos atingem ou redundam em benefício de todos e de todas. Muito melhor, olhar para a beleza da lua, quando em tempo de cheia, do que olhar para o dedo do sábio que a aponta.
2. Segundo: tenho visto, em muitas oportunidades, pessoas tristes e, às vezes, até revoltadas com o mundo, com as coisas, com as pessoas. Vivem carregando mágoas, sobretudo quanto e contra às pessoas. Mágoas só fazem mal para si, somente para o próprio ego. Libertar-se das mágoas, ao próprio ego fazem muito bem e curam as feridas interiores. Como? Perdoando, porque perdão é medicamento, medicina e remédio de efeito imediato. Assim ensinou Nosso Senhor Jesus Cristo, o Bom Pastor. Assim Ele viveu e exprimiu o perdão aos seus algozes e não só. Pediu perdão ao Pai pelos que erram, pelos que não sabem o que fazem. Tem alguma mágoa, está revoltado, revoltada? Tudo se pode curar com o perdão. Somos tentados a julgar os outros, a apontar do dedo. Não temos direito e nem capacidade para julgar quem quer que seja e, nem parâmetros para exercer um julgamento justo. Fomos feitos irmãos e não inimigos e adversários da vida e da existência. Melhor será olhar os outros, as outras com olhar terno e amoroso, deixando de olhar os defeitos e limites uns dos outros. Olhar para dentro de si mesmo e ver que muitos dos limites presentes na vida de todos, se fazem presentes dentro de nós mesmos. Falar de qualidades, de virtudes e dos valores dos que nos cercam e daqueles e daquelas com quem convivemos, faz muito mais bem que olhar para as incapacidades e para os limites alheios.
3. Terceiro: Estive pensando e refletindo muito nestes dias passados. Andava pessimista. De repente, me veio ao pensamento, que pessimismo e derrotas não levam ninguém a lugar nenhum. Aliás, levam a novas derrotas e decepções. Redescobri que o otimismo leva à esperança e esperança faz com que a vida se torne sempre de otimista. Por isso, decidi que, de agora para frente, pessimismo e espírito derrotista não terão mais lugar em minha vida. Tenho valores, disposição, inteligência e vontade. Porei os valores para fora de mim mesmo, estarei disponível para fazer com que os dons da inteligência que tenho, movam a minha vontade para empreender, fazer acontecer o melhor, existir alegre, com existência feliz. Eis, pois!
A seguir, o texto vem também em Língua Espanhola. Pode conter algum erro de tradução. Nem sempre é fácil expressar em outra Língua, Peço desculpa.
¡Amigos y amigas que aquí tengo!
Muchos y muchas ya saben que tengo poco tiempo para dedicarme a las Redes Sociales. No veo cómo es justo, usar el tiempo y el espacio durante el trabajo para tanto. En primer lugar, porque no tendría la oportunidad de expresar bien y, segundo, porque no me sentiría cómodo robar el tiempo del trabajo, cuando tengo que producir en favor de tantas personas que esperan los servicios que puedo prestar para el bien de tantas y tantos.
De esta manera, quiero llamarlos la reflexión para tres situaciones que deben ser realidad y un constante en nuestras vidas y en la vida de cada uno:
En las relaciones humanas, en general, en el pasado, fue importante saber elogiar los valores y bien hechos de las personas. ¡Pues bien! En los días actuales, cuán importante se ha vuelto aún más, reconocer y saber elogiar valores, virtudes y bien hechos de los demás, de las otras. Hombres y mujeres. A veces, muchas cobranzas y poco reconocimiento a la dedicación y servicios de las personas, que por este mundo afuera, ejercitan y dan de sí por el bien de la humanidad. Por cierto, como hace bien el reconocimiento y elogio de actitudes beneméritas, ejercicio de valores y dedicación en favor del bien de los demás. Y cómo hace bien el reconocimiento y el elogio de los logros de aquellos y de aquellos que están distantes. Y a veces ausente está el reconocimiento y el elogio de quien está cerca, de aquellas personas que circundantes, con quienes convivimos. No podemos dejar que la envidia nos impida la postura y reconocimiento del valor, de las cualidades y de los emprendimientos ajenos, ajenos, pero que muchas y en la mayoría de las veces nos alcanzan o redundan en beneficio de todos y de todas. Mucho mejor, mirar la belleza de la luna, cuando en tiempo de lleno, que mirar hacia el dedo del sabio que la apunta.
2. Segundo: he visto, en muchas oportunidades, personas tristes y, a veces, hasta revueltas con el mundo, con las cosas, con las personas. Viven cargándolas, sobre todo en cuanto a contra y para las personas. Las máximas sólo hacen daño para sí, sólo para el propio ego. Liberarse de las penas, al propio ego hacen muy bien y curan las heridas interiores. ¿Cómo? Perdonando, porque el perdón es medicamento, medicina y medicina de efecto inmediato. Así enseñó Nuestro Señor Jesucristo, el Buen Pastor. Así vivió y expresó el perdón a sus verdugos y no sólo. Pidió perdón al Padre por los que se equivocan, por los que no saben lo que hacen. ¿Tiene algún dolor, está revuelto, revuelto? Todo se puede curar con el perdón. Estamos tentados a juzgar a los demás, a apuntar del dedo. No tenemos derecho ni capacidad para juzgar a quien sea y, ni parámetros para ejercer un juicio justo. Hemos hecho hermanos y no enemigos y adversarios de la vida y de la existencia. Mejor será mirar a los demás, a las otras con mirar tierno y amoroso, dejando de mirar los defectos y límites unos de otros. Mirar hacia dentro de sí mismo y ver que muchos de los límites presentes en la vida de todos, se hacen presentes dentro de nosotros mismos. Hablar de cualidades, de virtudes y de los valores de los que nos rodean y de aquellos y de aquellas con quienes convivimos, hace mucho más bien que mirar hacia las incapacidades y hacia los límites ajenos.
3. Tercero: Estuve pensando y reflejando mucho en estos días pasados. Era pesimista. De repente, me vino al pensamiento, que pesimismo y derrotas no llevan a nadie a ninguna parte. Además, llevan a nuevas derrotas y decepciones. Redescubre que el optimismo lleva a la esperanza y la esperanza hace que la vida se vuelva siempre de optimista. Por eso decidí que, de ahora en adelante, el pesimismo y el espíritu derrotista no tendrán más lugar en mi vida. Tengo valores, disposición, inteligencia y voluntad. Yo piñé los valores fuera de mí mismo, estaré disponible para hacer que los dones de la inteligencia que tengo, mueva mi voluntad para emprender, hacer suceder lo mejor, existir alegre, con existencia feliz. ¡He aquí, pues!