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quarta-feira, 21 de junho de 2017

EL DILEMA

            Como en la literatura de cada cultura, también en la cultura del pueblo hebreo, diría, en la cultura del Pueblo de Dios, la literatura bíblica describe magistralmente la creación del universo. El Señor Dios, creador de todas las cosas, coronó la obra de la creación al instituir al ser humano. Y la historia de la creación de éste, contada como en ningún otro libro, muestra que, para Dios, la existencia del ser humano sobre la faz de la tierra se constituye en una gran felicidad. No fue un dilema para el Señor Dios crear al hombre ya la mujer. Dios mismo se complace, regocija y corona de gloria toda la creación. El único ser dotado de inteligencia y voluntad, hombre y mujer, Él los creó.
            El Señor Dios instituyó la vinculación entre hombre y mujer con leyes propias de los seres humanos. Les dio condición y capacidad para el apareamiento, a diferencia de los demás seres, infinitamente superior. Todo dispuso, de tal forma que se vuelve inconfundible la unión del hombre y de la mujer, pues vio que no era bueno que el hombre estuviera solo.
            Adán, el que nombra la Sagrada Escritura como el primero de los seres humanos creado, colocado delante de todos los animales, el Señor hizo pasar estos delante de aquel, el rey de la creación, y no vio ninguno que fuera semejante a sí. Dada de naturaleza idéntica, Eva, denominada como la primera mujer, puesta delante de Adán, hizo que éste no existiera un solo momento, pues sintió y vio que era carne de su carne y hueso de sus huesos, porque de él salió, por la capacidad De Dios, inestimable sabiduría de dar al primer hombre una compañera que le fuera semejante y que con él compartiera la vida y la existencia.
            El matrimonio, sin sombra de duda, teniendo como autor el propio Dios, innegablemente, es institución de derecho natural, es decir, ley dada por Dios en la propia naturaleza. Es tendencia natural del ser humano: el hombre y la mujer buscan su complementación.
            La inteligencia y suprema sabiduría de Dios dispuso inteligencia y también sabiduría al ser humano, para que use la primera y luego la otra, para encontrar en la compañera, y viceversa, alguien que les sea comparte. Pero siempre surge el desafío: encontrar una o una comparte, lo que crea en la naturaleza humana el dilema, que puede ser definido como incertidumbre en cuanto al acierto o aciertos del futuro.
            ¡Dilema, sí! Dilema. Siempre será un desafío cercado de incertidumbres, que sólo podrán convertirse en certeza, no absoluta, sin embargo, con fe en la vida y en la capacidad de superación, cuando se busca y busca en el otro o en la otra complicidad y compañerismo, sinceridad y honestidad de un común Ideal, traduciendo todo en honesta y sincera convivencia. Sólo así el dilema dejará de ser una incertidumbre y la condición dada por Dios se convertirá en una bendición de la felicidad. ¡He aquí, pues!

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